jueves, 31 de diciembre de 2009

SER SABIOS

Fernando Sánchez Dragó diferenciaba en un post reciente de su blog entre el filósofo y el sabio. El filósofo ama la sabiduría, y la busca. El sabio va más allá: la encuentra, la practica, la convierte en norma de su existencia, y es feliz. Mucha gente tiende a quedarse en lo primero. Lee, observa, busca, inquiere, y acumula una sabiduría que, sin embargo, no la convierte en sabia, porque se queda en la teoría. Sabe lo que tiene que hacer para ser feliz, pero no lo lleva a la práctica. Los budistas dicen que saber y no hacer es igual que no saber. Y así terminamos por no saber que no sabe quien sólo sabe (ya me esto liando), que correr no suele llevar a ninguna parte, que lo arriesgado es no arriesgarse, que a veces lo más pequeño es lo más grande, que paga ganar hay que saber perder, que para hablar no se necesitan palabras, que a veces la mejor compañía es estar solo, que gritar produce sordera, que todo final es un comienzo, que la mayoría de nuestras pesadillas no son más que sueños, que hay caricias que arañan y besos que duelen, que la vida es imprevisible, que no debemos confundir torpeza con miedo, ni paz con seguridad, ni distanciamiento con indiferencia, ni valentía con temeridad, ni desacuerdo con conflicto, ni aceptación con pasividad, ni sinceridad con insolencia, ni amor con dependencia.

Termina un tiempo en el que volví a olvidar algunas de las verdades que no debieran olvidarse, lo que me llevó a transitar por viejos senderos que no me llevaron a buen puerto. Fue duro, pero aquí estoy, a las puertas de un nuevo año y con la intención de seguir al pie del cañón, limpiando mi sombra, recorriendo caminos luminosos, buscando llaves para acceder a mi tesoro interior. A pesar de todo lo vivido, todo queda por vivir.

A todos los que me leéis os deseo, de todo corazón, que vuestra agenda del 2010 rebose de energía amorosa, creativa, armoniosa. Que los mejores momentos de vuestro pasado sean los peores de vuestro futuro. Gracias.

lunes, 14 de diciembre de 2009

LA FELICIDAD

Hace poco vi una entrevista al psiquiatra Jorge Bucay. Le preguntaron: ¿es usted feliz? y respondió: sí, absolutamente. Por fin, me dije, ya era hora de encontrar a alguien capaz de dar esa respuesta. Porque estoy un poco aburrido de oír los tópicos de siempre: la felicidad absoluta no existe, la felicidad son momentos, etc. A veces me preguntaba si era la única persona en la tierra que creía en la felicidad absoluta, pero la respuesta de Bucay me confirma que no estoy solo. Un brindis por el argentino.

Está claro que no entiendo por felicidad absoluta una alegría constante, un entusiasmo loco sin momentos de tristeza o dificultad. Para mí la felicidad es un estado de consciencia en el que priman la gratitud por cada bien que llega a nuestra vida y la aceptación de cada dificultad con la confianza en que por dura que sea, tiene un significado positivo que tarde o temprano encontraremos; una armonía interna que se refleja en nuestro entorno; una certeza de sabernos en el camino correcto hacia algo que da sentido a nuestra vida; una sabiduría que nos permite apreciar cada segundo que empleamos en recorrer ese camino; una paz que no deja de acompañarnos cuando el dolor nos abraza; una confianza en que todo tiene su razón de ser.

A Fernando Fernán-Gómez le preguntaron también una vez si era feliz. “¿Yo feliz? ¿Pero por quién me ha tomado usted?” Sí, hay quien piensa que la felicidad es de tontos, de ingenuos, que es imposible ser feliz en un mundo en el que se suicida una persona cada cuarenta segundos.

Quizás sea tonto, o ingenuo, pero me importa un pimiento. Lo que sé es que en esta tarde de un día de diciembre, creo en la felicidad.

Ya está.

lunes, 30 de noviembre de 2009

NUESTROS LIMITES


Hace poco hicimos algo diferente en la piscina. La monitora nos dió a cada uno un vasito de plástico y nos contó de qué iba la cosa: teníamos que llenarlo de agua, colocarlo en nuestra frente, y nadar boca arriba con piernas de crol... sin que se cayera el vaso. Mi primera reacción fue de incredulidad: “¡eso es imposible!”, protesté. Pero para mi sorpresa no sólo era posible, sino que resultaba hasta fácil. Más tarde la monitora fue complicando aún más los ejercicios, pero yo ya no me atreví a decir nada. Y volví a comprobar una y otra vez que lo que a priori parecía difícil, luego no lo era tanto, o apenas lo era.

Una vez más tuve que reconocerlo: tendemos a prejuzgar las cosas, y y infravalorarnos, ignorando de lo que somos realmente capaces. Hay una frase que se lee en muchos libros de autoayuda: “Si crees que puedes, puedes, si crees que no puedes, no puedes”. No estoy de acuerdo. A veces creemos que no podemos, y resulta que nos equivocamos, y viceversa. Depende del grado de conocimiento que tengamos de nosotros mismos. “Querer es poder”. Pues no siempre. Pero sí con mucha más frecuencia de lo que creemos. Porque no somos omnipotentes, pero ignoramos con mucha frecuencia nuestro enorme potencial.

Un ejemplo de superación lo encarnó una mujer que murió en 1968. Fue activista política y se graduó con honores en la Universidad de Radcliffe. Pero resulta que esa mujer, que nació en una pequeña ciudad rural de Alabama, a los 19 meses de edad contrajo una fiebre y se quedó sordociega durante el resto de su vida. Se llamaba Hellen Keller. Y llegó a decir cosas tan sabias como estas:

"Lo que una vez disfrutamos, nunca lo perdemos. Todo lo que amamos profundamente se convierte en parte de nosotros mismos."

"No soy la única, pero aún así soy alguien. No puedo hacer todo, pero aún así puedo hacer algo; y no renunciaré a hacer lo que sí puedo, sólo porque no lo puedo hacer todo."


"La vida o es una aventura atrevida o no es nada."


¿Qué decir ante ejemplos como éste? No hay que decir nada, sino comprender que nuestros límites suelen reducirse a una simple idea, y que de nosotros depende tomar las riendas y empezar a cabalgar en dirección a nuestros más profundos anhelos, sin olvidar que el verdadero éxito no se mide por lo que conseguimos, sino por los obstáculos que hemos tenido que superar para conseguirlo.



lunes, 16 de noviembre de 2009

INFORMACIÓN INÚTIL


Hace poco leí en el libro “Brújula para navegantes emocionales” de Elsa Punset, la historia que le contó Linda, una mujer dedicada a la prevención de la violencia en las aulas de Nueva York, sobre uno de sus alumnos, Eugene, al que ella formó para ser estudiante mediador dentro del programa de educación socioemocional, en su escuela del Bronx. Cuando una de las profesoras le preguntó a Eugene qué meta tenía para el futuro contestó: “Seguir vivo a los 21 años”. Tenía entonces 18 años. Al poco tiempo Linda recibió una llamada de la directora de la escuela de Eugene. Le dijo que el chico estaba “en el sitio equivocado en el momento equivocado” y que una bala perdida lo había derribado mientras caminaba por las calles de su barrio. Estaba en el hospital, paralizado de cintura para abajo.

“Tardé dos días en reunir suficiente coraje para poder ir a verle –cuenta Linda-. Entré en la sala del hospital y entre más de treinta jóvenes en sillas de ruedas, vi a Eugene. Le pregunté: “¿Cómo estás?”. Nunca podré olvidar su respuesta. “No he estado bien hasta ahora, pero esta mañana me he despertado y he decidido encontrar el lugar en mi corazón donde poder perdonar al tipo que disparó la bala”. Atónita, Linda le preguntó: “¿Cómo puedes hacerlo?”, y Eugene contestó: “Me he dado cuenta de que yo podía haber sido ese tipo si no hubiese aprendido que hay caminos mejores”.

Éste es el tipo de historias que me gustaría oír en los telediarios y leer en los periódicos, en lugar de la gravedad de la lesión de Cristiano Ronaldo, o el número de días que lleva secuestrado un barco español, o la respuesta de Rajoy a las declaraciones de Esperanza Aguirre, etc.

Nos dejamos arrastrar cotidianamente por una cantidad de información sencillamente inútil, y con frecuencia nos olvidamos de lo realmente esencial, de las preguntas que marcan la diferencia entre pasar por la vida o que la vida pase por ti. Preguntas como: ¿por qué hago lo que hago? ¿estoy siendo yo mismo o intento complacer a otro? ¿esta decisión me abre puertas o me las cierra? ¿elijo desde el amor o desde el miedo? ¿estoy dando de mi todo lo que puedo? ¿qué es lo que realmente deseo? Esta es la información realmente interesante, la melodía que deberíamos escuchar, esa que sólo se oye cuando estamos en silencio, con nosotros mismos, sin prisa... en esos momentos en los que la mente se aquieta y la vida nos regala destellos de una claridad maravillosa.


martes, 3 de noviembre de 2009

MOVER FICHA


Hay personas que llegan a un punto en su vida en que miran hacia atrás y ven que hicieron esto o aquello y perdieron el tiempo, o que no mereció la pena, y llegan a la conclusión de que han malgastado veinte, treinta o cuarenta años de su vida, y ahora se encuentran sin nada. Trataron de mantener una relación abocada al fracaso, y al final esta relación terminó. O intentaron montar un negocio, y pusieron toda su vida en ello, y finalmente su socio les traicionó. ¿Y ahora qué?, se preguntan, y ellos mismos se responden: soledad, ruina, amargura. Eso ha sido todo. Y se quedan ahí. Como si la vida hubiese terminado para ellos, ignorando que la vida sigue avanzando, fluyendo en ese dinamismo que es su misma esencia. Esas personas se quedan ancladas al pasado y a lo que han obtenido de él, pero lo importante no es donde has estado, ni siquiera dónde estas, sino dónde quieres estar a partir de ahora. No dónde han llegado, sino adónde quieren llegar. La vida es un juego, y el juego es movimiento. Si tú no mueves tu ficha, la vida lo hará por ti. Pero si es ella la que mueve tu ficha, luego no deberías quejarte de no haber llegado donde querías. Si quieres tener posibilidades de ganar el juego, no queda otra que ser tú quien mueva la ficha.

Hay quien abandona el juego a los veinte años y hay quien sigue jugando a los ochenta a pesar de tener escasas posibilidades de ganar, pero el juego está ahí, siempre en marcha, no termina por sí mismo. En el Monopoly hay una casilla en la que, si caes, te quedas tres turnos sin jugar. En la vida hay personas que caen en esa casilla y piensan que el juego ha terminado para ellas. Pero sólo hay que estar atentos. Cuando llegue el cuarto turno podrán volver a lanzar los dados. Si se duermen, los demás jugadores seguirán jugando y quizás nadie les recuerde que les toca a ellos. Deben ser ellos mismos los que digan: “me toca”, y coger los dados, y lanzarlos, y no perder nunca la esperanza de ganar, pero sobretodo, no perder nunca el placer de jugar.

jueves, 15 de octubre de 2009

CRISIS

Nos programan para ser infelices. Nuestros padres, con sus proyecciones conscientes o inconscientes; la sociedad, con sus normas tantas veces irracionales; los medios de comunicación, ofreciendo información sutilmente manipulada. Nos vamos creyendo mentiras tales como que el dinero da la felicidad, que la juventud es un valor, que quien bien te quiere te hará llorar, etc. Nos llenan la cabeza de ideas adulteradas que tarde o temprano terminan por tropezar con nuestros verdaderos deseos, nuestras inclinaciones naturales, y llega la hora de cuestionarse las cosas. Si ese estado no encuentra salida y se prolonga llega el malestar.

Pero la mente humana es tremendamente astuta a la hora de engañarse a sí misma. Con demasiada frecuencia sabemos que tenemos un problema en algún aspecto de nuestra vida pero no hacemos nada por afrontarlo. Simplemente nos decimos que ya nos pondremos las pilas, que ya le meteremos mano, y pasa lo que decía Unamuno: “mañana, siempre mañana... y nunca mañanamos”. La inercia es poderosa, pero la vida lo es más todavía, y ésta termina plantándose ante ti para decirte: “se te acabó el tiempo, tienes que resolver el problema YA”. A ese momento solemos llamarlo crisis. Y a veces te encuentras con que ésta te absorbe hasta un punto que no imaginabas que podía llegar. Es entonces cuando ves con claridad la dinámica en la que estabas atrapado, y el efecto bola de nieve (más va rodando, más grande se hace) hace que te encuentres con el problema llevado hasta sus más crudas consecuencias.

Suele ser duro observar lo errado que uno iba en el camino, pero cualquier toma de conciencia es digna de ser apreciada, porque es un paso que damos hacia nuestra esencia, lo que verdaderamente somos, y no lo que otros quieren que seamos.

Es la hora de tomar decisiones, a veces pequeñas, a veces grandes, pero que nos lleven a buen puerto. Y empezar a ponerlas en práctica. Puede que estemos muy lejos de donde querríamos, pero en este momento no se trata de llegar. Quizás en ningún momento se trata de llegar, sino de caminar en la dirección correcta.

domingo, 4 de octubre de 2009

TIEMPOS DIFICILES

Últimamente el horno de mi mente no está para bollos. Un cortocircuito me hace inclinarme por mi vena más literaria. Esto que escribo va dirigido a ese guerrero de la luz que anda algo perdido:

Levántate y anda. Corre. Vuela. Zambúllete en el mar y cabalga sobre los delfines
buscando tesoros en islas donde nadie llegó jamás.

Besa. Abraza. Fornica como un caballo loco en una noche de tormenta hasta que te parta un rayo o te aplaste un terremoto.

Canta. Desnúdate y baila bajo la lluvia recitando versos que hablan de sueños imposibles con olor a jazmin en noches de luna llena.

Mira. Lee. Juega y haz trampas, escupe, grita, salta, patalea, empuja, insulta y araña, pero no dejes que nada ni nadie borre la sonrisa de tu cara.

Abre los ojos. Reacciona. Agarra tus miserias y lánzalas con tirachinas al río desde el puente donde pensabas suicidarte.

Prueba. Confía. Haz lo que te pida el alma aunque el mundo te de la espalda. Pero entérate bien, porque no pienso repetirlo: ni en la peor de tus andanzas, nunca, jamás, pierdas la esperanza.

martes, 15 de septiembre de 2009

UN RELATO


Hoy me voy a permitir la licencia de compartir con vosotros un pequeño relato que escribí hace unos días. Espero que os guste.

C'EST LA VIE

Lourdes llora tumbada en su cama. Porque nadie la mira. Porque nadie la ama. Porque se ve fea aunque no lo sea. Porque es la única de sus amigas que aún no ha ligado. Para consolarse llama a la mejor de ellas, Amanda, que en ese momento tiene el móvil apagado porque está en una cafetería tomando un zumo tropical con un chico especial que conoció por Internet. Amanda piensa en la nobleza que desprende la mirada de aquel chico, que sólo piensa en tirársela. Suena entonces el móvil de él y se pone a hablar con un amigo sobre el partido de fútbol que jugaron el pasado domingo. Hubo polémica y los del equipo contrario la emprendieron con el árbitro, que terminó en una ambulancia como la que pasa ahora por delante de la cafetería, camino de casa de don Felipe, al que hace siete minutos le ha dado un paro cardiaco tras ver cumplido su gran sueño: que le tocase la lotería. Ha sido comprobar el número y le ha estallado el pecho. Menos mal que está en ese momento con su hijo Julio, un chico formal y responsable que estudia oposiciones y se está cagando en Dios porque ahora no va a poder irse de putas, como tenía previsto aquella misma noche. Tendrá que avisar a su amigo Fran, que justo ahora va corriendo tras el niñato que acaba de arrebatarle la cartera en plena calle. El niñato corre como alma que lleva el diablo hasta que por fin escapa, y al mirar lo que contiene la cartera encuentra la tarjeta de un psicólogo al que llamará dos días más tarde para que le ayude a desenganchase de la heroína y que en este momento camina por la acera de enfrente en dirección al Mercadona, donde se encontrará después de tantos años con Daniela, aquella chica a la que ignoraba totalmente cuando ambos eran compañeros en el colegio, y se quedará prendado de ella, porque ahora es una mujer simpática y tiene un tipazo, a pesar de que en su adolescencia pasó muchas tardes llorando, tumbada en la cama. Porque nadie la miraba. Porque nadie la amaba.

lunes, 31 de agosto de 2009

SÓLO TÚ

No tiene más vuelta de hoja: la única persona que puede hacerte feliz eres tú mismo. Se suele decir, por ejemplo: “fulanito me hace feliz”. De esta manera te arriesgas a que fulanito también te pueda hacer infeliz. ¿Y qué es preferible, tener tú las riendas de tu propia felicidad, o que las tenga otro? Conviene ser consciente de esto, porque se evitaría mucho sufrimiento. Nadie, ni fulanito ni menganita, puede hacerte feliz o infeliz. Tú eres el responsable de lo que piensas y de lo que sientes. Pongamos un ejemplo: “Fulanito me hace reír”. ¿Seguro? Lo que ocurre es que fulanito hace un gesto, o dice algo, y TÚ LO INTERPRETAS como algo gracioso, porque entiendes la gracia que contiene, o porque tu estado de ánimo es receptivo, o por cualquier otro motivo, y entonces te ríes. Otra persona quizás no se reiría. Entonces, ¿de dónde proviene la risa, de fulanito o de ti? La risa la creas tú. El estímulo proviene de él, pero lo que cuenta es que la reacción, la interpretación, la haces tú y sólo tú. Entonces, sería más correcto decir desde “me río con fulanito” hasta “soy feliz con menganita”. Habrá quien piense que es una mera forma de hablar, pero se sabe que el lenguaje tiene gran importancia a la hora de crear y percibir la realidad.

Otra frase que he oído más de una vez es: “qué suerte ha tenido menganito al encontrar a fulanita”. Como si menganito no se la mereciera, porque fulanita tiene un buen trabajo, es cariñosa, es buena persona, etc., mientras que menganito está en el paro y es un egoísta. Me parece que un prejuicio, porque si están juntos por algo será, ¿o no? Ella le aportará a él y él a ella. Cuando uno de los dos siente que la balanza está muy desequilibrada, o decide terminar la relación o hay alguna razón que se lo impide, pero en todo caso, esa persona es la que decide. Dos no estan juntos si uno no quiere.

No hay que olvidarlo: la decisión de estar con alguien es siempre nuestra, pero no porque esa persona me haga feliz, sino porque soy feliz con ella.

lunes, 17 de agosto de 2009

CITAS

Siempre he sido un amante y coleccionista de las citas, adagios, frases célebres... en fin, como se las quiera llamar. Con los años he llegado a acumular algunas de mi propia cosecha. Hoy hago una pequeña selección para compartirla con vosotros. Espero que alguna que otra os resulte interesante.


* No hay que querer lo que no puedes conseguir. Y lo que no puedes conseguir, que te lo diga la experiencia, no el miedo.


* Tengo que aceptar lo que perdí para darme la oportunidad de no seguir perdiéndolo.


* Si coges flores mientras caminas hacia tu destino, al final a lo mejor no encuentras nada, pero al menos tendrás un ramo de flores.


* Un secreto suele ser algo que no se cuenta... pero en voz baja


* A la fealdad, afortunadamente, te acostumbras. A la belleza, desgraciadamente, también.


* No es inteligente temer lo que puede pasar. Primero, porque puede que no ocurra. Y segundo, porque si ocurre puede que no sea tan temible.


* De nada sirve tener si no lo sabes merecer. Sólo se tiene lo que se valora.


* El amor es generoso. El enamoramiento es egoísta.


* Quien se lamenta por haber perdido su pasado, está perdiendo su presente. Y ese presente mañana será pasado, con lo cual sigue tropezando en la misma piedra. Quien está satisfecho con su presente no lamenta su pasado, porque lo considera un camino para llegar hasta hoy.


* Quien me rechaza, no me merece. Quien no me merece, no me conviene.


* Primero trabaja para comer, luego trabaja para alegrarte, después trabaja para alegrar a los demás.


* No sólo hay que agradecer lo bueno que te ocurre, sino también lo malo que no te ocurre. En cuanto a lo malo que te ocurre, quién sabe si mañana será bueno.


* Quien se queja, de la suerte se aleja.


* Hay dos niveles de confianza entre las personas.

El primero se alcanza cuando pierdo el miedo a que me hagas daño.

El segundo cuando gano la libertad de ser yo mismo estando contigo.


* Rico es el que sabe percibir la belleza, pobre el que sólo sabe comprarla.

viernes, 31 de julio de 2009

MENTE Y CUERPO

Leo en un libro de Mario Alonso Puig, especialista en cirugía general y del aparato digestivo, un caso interesante. Una mujer acudió a su consulta con una gran bolsa en la que contenía un extenso historial médico con informes y radiografías. Durante tres años había pasado por varios médicos, sin que ninguno lograra curar los dolores de estómago que padecía. Finalmente parecía ser "cosa de nervios" y seguía un tratamiento que a duras penas la aliviaba. El médico consultó todo su historial, y viendo que todas las pruebas eran correctas y no había nada que objetar, decidió probar algo nuevo y le preguntó a la paciente si había algo en su vida cotidiana que le generase mucha ansiedad. Tras pensar un poco, contestó: "mi jefe. No lo soporto". "Lo que quiero que haga es que desde mañana, hasta que nos volvamos a ver en un par de semanas, cada vez que se encuentre con su jefe le sonría". Habría que ver la cara de la mujer. Tras resistirse un poco, la paciente decidió intentarlo. Dos semanas más tarde, el dolor de estómago había desaparecido.

Este ejemplo ilustra claramente la importancia que tienen las actitudes, la mente, en la salud de nuestro organismo. Está bastante documentada la influencia tanto de la mente en el cuerpo como del cuerpo en la mente. Lo que es bueno para uno lo es para el otro. “Mens sana in corpore sano”, decían los romanos.

Una de las prescripciones para los estados depresivos y la ansiedad es la actividad física. Una simple caminata de media hora puede ser muy benéfica. Hay quien denosta el deporte, considerándolo una actividad sin interés, pero la práctica deportiva es algo más que un mero pasatiempo. Proporciona oportunidades para relacionarnos, fortalece nuestro organismo, mejora nuestra estética corporal y nuestro estado de ánimo, ¿se puede pedir más? Otras actividades aconsejables son el yoga, el baile, la danza. El movimiento es vida.

Otro aspecto a tener en cuenta es nuestra relación con el sentido del tacto. Nos tocamos poco. Las caricias y los abrazos son una fuente no sólo de placer, sino también de salud. Se conoce el experimento con niños huérfanos de un asilo que fueron divididos en dos grupos. A uno de ellos lo tocaron con frecuencia mediante caricias, achuchones, etc., mientras que con el otro se mantuvo la distancia. Al cabo del tiempo se comprobó que los niños del primer grupo habían sufrido menos enfermedades que los del segundo.

Hay que mimar al cuerpo, respetarlo y cuidarlo. La mente no está en el cuerpo, sino que el cuerpo forma parte de la mente. El amor a uno mismo abarca hasta el último átomo de nuestro organismo.


miércoles, 15 de julio de 2009

EL MUNDO COMO ESPEJO


Antonio Machado escribió: “Busca en tu prójimo espejo; pero no para afeitarte, ni para teñirte el pelo”. ¿Para qué entonces? Para observarnos a nosotros mismos, para conocernos, para mejorarnos. En el momento en que nos miramos en el espejo del otro dejamos de considerarlo un enemigo y se convierte en una oportunidad para aprender algo útil. Por eso es interesante observar lo que pensamos sobre los demás, porque eso dice algo de nosotros. Igualmente conviene prestar atención a cómo nos vemos, porque eso dice algo de cómo vemos a los demás.

El mundo es un reflejo de uno mismo. Hace años me parecía un mal lugar para vivir, lleno de injusticia y sufrimiento. A medida que fui aceptándome fui aceptando el mundo. Hay sufrimiento, pero también hay felicidad. Hay luces y sombras, como en cada uno de nosotros. Todos poseemos todas las cualidades humanas existentes. Podemos ser cobardes y valientes, generosos y mezquinos, inteligentes y estúpidos. En según qué momentos tienen más peso unas cualidades que otras, pero al igual que no puede haber luz sin sombra, no podemos poseer una cualidad sin su opuesta.

Hay que aceptar nuestros defectos y fortalecer nuestra virtudes. Cuando negamos nuestros defectos, nuestras virtudes no brillan, porque al anular una cualidad se anula también la opuesta. En el momento que aceptamos nuestra estupidez nos volvemos más inteligentes. Cuando aceptamos nuestra cobardía nos volvemos más valientes.

Al mirarnos en los demás podemos descubrir nuestros puntos débiles. Se dice que cuando señalas a alguien, un dedo apunta hacia la otra persona pero hay tres que señalan hacia ti. Como dice Eva Bach: “Aquello que te molesta en otros puede que sea algo que no aceptas en ti mismo. Te incomoda ver la ira o el dolor ajeno cuando seguramente no puedes ver o manejar tu propia ira o tu propio dolor”.

Proyectamos en los demás nuestras flaquezas. Con frecuencia, decir a los demás lo que deberían hacer es una forma de recordarnos lo que deberíamos hacer nosotros. Si estamos en paz con nosotros, ¿qué necesidad tenemos de decir nada al otro, si lo aceptamos tal cual?

En definitiva: el mundo, los demás, no son como son, sino como los ves. Tal como ves el mundo, te ves a ti mismo. Y lo que te hagas a ti mismo, se lo harás al mundo. Porque el mundo no está ahí fuera. El mundo está dentro de ti. Tú eres el mundo.

martes, 30 de junio de 2009

PROBLEMAS

LA FRAGILIDAD DE LA VIDA

Hay una frase que he oído varias veces en mi vida: “todo el mundo tiene problemas”. Es cierto que a veces descubres que personas afortunadas y envidiadas tienen también su punto débil: alguna desgracia, un trauma o problema que desluce su éxito. Pero dudo que sea siempre así. Creo que hay personas que han aprendido a considerar los problemas como meras circunstancias, que tienen su lado bueno y su lado malo, y por tanto no los ven como obstáculos. Lo que para otros sería un problema para ellos no lo es.

Resolver un problema implica cambiar una situación o un comportamiento. Si no puedes cambiarlo no es un problema, sino una circunstancia que no tienes más remedio que aceptar. La dificultad para aceptarlo sí puede convertirse en un problema.

Los problemas se pueden clasificar en tres tipos:

1. Aquellos en los que no sé qué hacer para resolver una situación (ejemplo: estoy en paro, tengo deudas y no sé cómo pagarlas)

2. Aquellos en los que sé qué hacer, pero no cómo lograrlo (ejemplo: quiero encontrar un trabajo, pero no sé qué pasos dar para hacerlo)

3. Aquellos en los que sé cómo lograrlo, pero no me atrevo (ejemplo: sé cómo tengo que buscar trabajo, pero no me atrevo a ir a las entrevistas)

En definitiva, para resolver un problema tienes que saber qué quieres, cómo conseguirlo, y atreverte a ello.

Algo que todos deberíamos aprender es a distinguir entre problemas reales y problemas imaginarios. Los primeros son aquellos que tienen base en la realidad, situaciones que se producen en el presente y que quieres cambiar. Los segundos son producto de una mente que piensa demasiado y bloquea el flujo de la vida. Nos creamos problemas cuando prestamos más atención a lo que queremos, a lo que podemos perder, a lo que tuvimos... que a lo que tenemos. Los problemas imaginarios en principio no son problemas, sólo pensamientos, pero tienden a moldear la realidad y pueden llegar a crear problemas reales.


domingo, 14 de junio de 2009

RELACIONES DESTRUCTIVAS

Alguien dijo una vez que "todos tenemos un monstruo en el sótano"; heridas, complejos, carencias... la sombra, esa parte de nosotros que intentamos evitar pero que nos sigue allá donde vamos. Nadie es perfecto y todos tenemos algo de nosotros que si fuera posible arrancaríamos sin vacilar para arrojarlo a un agujero negro. Con los años vamos sorteando ese lado oscuro para acoplarnos en algún lugar de la vida, enterrándolo a veces tan profundamente que podemos llegar a olvidarlo.

Una circunstancia en la que esa parte oscura encuentra espacio para salir a la superficie es la relación de pareja. Es el mejor espejo para ver lo que no nos gusta de nosotros. Tarde o temprano, el espacio de intimidad y confianza en que se mueve la pareja propicia el afloramiento de la sombra, y si el grado de consciencia y madurez que poseen sus miembros no es muy alto, el sufrimiento está servido.

“Hombre mata a su ex y se suicida”; es el pan amargo de cada día, un goteo contínuo de horror que parece no tener fin. Un triste síntoma de una sociedad neurótica que no facilita el desarrollo interior de las personas. Muchos piensan que él es el malo y ella la buena, él el agresor y ella la víctima. “¿Por qué no se suicida él en lugar de matarla?”, he oído más de una vez. Sencillamente, porque es un hombre atrapado, ciego, desesperado. Hay que sufrir mucho para llegar al extremo de asestar varias puñaladas a la persona de la que dependes -porque en esas relaciones suele haber una dependencia mutua-. “¿Por qué no lo denuncia si él la maltrata?”, es otra pregunta habitual. Por muchos motivos: miedo, dependencia económica, los hijos, la incomprensión del entorno, etc.

No hay culpables, sólo víctimas. Dos personas que no lograron encontrar la manera de ser felices y terminaron destruyéndose mutuamente. No se trata de mayor control, ni de aumentar las condenas, sino de una educación emocional sana e inteligente en la que se fomente el desarrollo integral de la persona para que alcance una autonomía desde la cual entablar relaciones positivas y enriquecedoras.

viernes, 29 de mayo de 2009

Y YO ME IRÉ


LA FRAGILIDAD DE LA VIDA

Cuando le he preguntado a algunas personas si se acuerdan de cuando eran niños y supieron que algún día todos moriríamos, incluidos ellos mismos, me sorprende que lo hayan olvidado, pues para mí fue todo un palo. ¿Qué algún día mis padres morirían y no podría verles más? ¿qué yo también moriría y todo lo que yo había conocido hasta entonces terminaría, así, por las buenas? ¿qué noticia podía ser más terrible que esa? Desde entonces siempre me ha interesado lo relacionado con la muerte.

Ya a las puertas de la adolescencia había noches que, tras acostarme, en los momentos que preceden al sueño, solía tratar de imaginar cómo sería estar muerto. Bastaban varios segundos para sentir una angustia terrible. El miedo a la muerte era el miedo a la nada. Pero ¿era eso lo que me esperaba al morir? ¿qué hay más allá de la muerte? ¿quién no se ha hecho alguna vez esa pregunta?

La verdad es que a lo largo de los años he ido perdiendo interés respecto a lo que pueda haber tras la muerte. Cuando llegue la hora lo sabré. Prefiero enfocar mis energías en la vida que tengo entre manos. Creo que el miedo a la muerte que tiene mucha gente no es miedo a que no haya nada, ni el miedo a lo desconocido, como muchos dicen. No se puede temer lo que no se conoce. El miedo a lo desconocido no es más que una proyección, una jugarreta mental.

Pienso que el miedo a la muerte es en realidad miedo a otras circunstancias:

1. Miedo a morir sufriendo a causa de una enfermedad, o como consecuencia de algún accidente. Es habitual oir a la gente decir “me gustaría morirme sin enterarme, mientras estoy durmiendo”.

2. Miedo a haber malgastado la vida (“tenía que haberme divertido más, tenía que haberme preocupado menos, etc.”)

3. Miedo a perder lo conocido o no poder proteger a las personas que te necesiten.

El maestro espiritual Osho dijo: “Si consideras a la muerte como el enemigo, eso demuestra que no has sido capaz de averiguar lo que es la vida.” Si temes a la muerte es porque no estas viviendo. Si vives, ¿qué importa morir al final? Eduardo Punset decía en una entrevista que no se trata de si hay vida después de la muerte, sino de si la hay antes. Sólo así cobrarán sentido los versos del poema de Juan Ramón Jiménez: “Y yo me iré / y se quedarán los pájaros cantando. / Y se quedará mi huerto con su verde árbol / y con su pozo blanco...”


viernes, 15 de mayo de 2009

SER FUERTE

El cómico José Luis Coll escribió: “Yo creo que un hombre aguanta más de lo que nadie puede imaginar. Hasta que un día se harta de aguantar y dice: ¡esto se acabó! Y sigue aguantando.” Y es que la capacidad de sufrimiento es insondable. En varias ocasiones a lo largo de mi vida llegué a pensar que no podía sufrir más de lo que lo estaba haciendo, y siempre me equivoqué. Hay un dicho que reza: “que Dios no te mande todo lo que eres capaz de soportar”.

Es en la desgracia donde se pone a prueba nuestra fortaleza. Cuando los buenos tiempos se prolongan, podemos llegar a pensar que hemos superado aquel dolor, o que ya no volveremos a tropezar en aquel obstáculo, que tenemos el control de nuestra vida... hasta que caemos. Entonces comprobamos que no éramos tan fuertes como creíamos. Creo que fue Nietzsche quien dijo que lo que no te mata te hace más fuerte. Eso depende de superas el obstáculo o te limitas a atravesarlo. En el primer caso aprendes algo valioso y el recuerdo del dolor se vuelve inofensivo. En el segundo sigues siendo el que eras, pero más débil, porque el dolor vuelve cada vez que lo recuerdas.

¿Pero qué es ser fuerte? ¿el que nunca cae, o el que cae mil veces y mil veces se levanta? Porque una persona puede haber llevado una vida sin grandes contratiempos, pero le ocurre una desgracia y se tira por un balcón, mientras que otra persona puede haber tenido una vida llena de dolores y amarguras y a pesar de ello seguir aguantando.

Recuerdo una vez que hablaba con una mujer con tendencia a la inestabilidad emocional. La ansiedad era algo corriente en su vida, y me dijo: “no sé por qué soy así, mira mi marido, él nunca se deprime, es tan fuerte...” Al poco rato recibió una llamada. Tras colgar me dijo: “era mi marido, no sabes lo celoso que es, me llama desde el trabajo a cada rato”. Me pregunté quién era más fuerte de los dos.

Yo diría que ser fuerte consiste en tener un cierto conocimiento sobre uno mismo, una percepción sana de la realidad, sin prejuicios ni ideas irracionales, y recursos suficientes para afrontar los obstáculos que se pongan por delante.

jueves, 30 de abril de 2009

ABUNDANCIA

ABUNDANCIAABUNDANCIA

En mi anterior post escribí sobre la riqueza, hoy quiero hacerlo sobre la abundancia. Se puede ser rico y no vivir en la abundancia, a pesar de que estamos rodeados de ella. Habría que ver la cara que se le quedaría a Mozart si supiese que hoy podemos escuchar música en cualquier parte: encima de una montaña, en mitad del océano, en privado, en público. Además, podemos escuchar la música que nosotros elijamos. Esto en el siglo XVIII no era posible ni para las personas más poderosas, mientras que para nosotros es algo absolutamente cotidiano.

En cuanto a los libros, la gente más inteligente dedica años a elaborar ideas, historias, reflexiones que finalmente pone a nuestra disposición en un puñado de hojas. Todo lo que alguien ha aprendido a lo largo de una vida nos lo puede transmitir en un pequeño objeto que podemos llevar con nosotros a cualquier parte y usarlo cuantas veces queramos. ¿No es un lujo?

Los supermercados, donde podemos elegir entre cientos de productos de todo tipo. Los medios de transporte, que nos permiten plantarnos en lugares que estan a miles de kilómetros de distancia en pocas horas. La telefonía móvil, con la que podemos hablar con otra persona subidos en un camello. Internet, que nos permite intercambiar y acceder a una cantidad ingente de información en cuestión de segundos...

Vivir en la abundancia es ser consciente y valorar todo eso, pero hay gente que no ha aprendido a hacerlo. “No hay cosas sin interés, sino personas incapaces de interesarse”. El sistema capitalista nos incita a consumir, pero no a disfrutar de lo que se consume. El mercado se renueva constantemente de música, de cine, de libros, de revistas. La novedad nos pierde. Hay que ver la última película de fulanito, hay que escuchar lo último de menganito. No nos paramos a reflexionar sobre lo que vemos y oímos, no lo saboreamos, no dejamos que cale en nosotros y nos alimente. Y así, saturados de estímulos, estos tienden a perder su interés. Tanta abundancia y tanto derroche. La solución es simple: pararse, observar, reflexionar. ¿Disfruto de las cosas? ¿qué me atrae? ¿por qué? ¿me aporta algo o me lo quita? Alguien dijo que quien no valora las cosas no las merece.


jueves, 16 de abril de 2009

PODEROSO CABALLERO

Hace varias semanas leí que un multimillonario de 74 años se había suicidado arrojándose al tren después de perder cientos de millones en la bolsa. Habrá quien diga que es absurdo, ya que a pesar de esa pérdida seguía siendo millonario, pero lo cierto es que nadie se suicida por una nadería, al menos desde su punto de vista. Sencillamente, ese hombre se había adaptado a una realidad diferente a la que rodea a personas de otro estatus social.

En una encuesta en la que el 21% de los participantes eran individuos multimillonarios, solo el 1% se consideraba adinerado a pesar de su cuantioso patrimonio. Con el tiempo, los lujos más extravagantes se convierten en necesidades. Nuestra ambición tiende a incrementarse a medida que alcanzamos las metas a las que aspirábamos.

Así, podemos terminar olvidando que el dinero no es más que una herramienta, un medio para llegar a ser más felices, y permitir que determine nuestra vida en lugar de condicionarla, porque se confunde con un fín en sí mismo y se busca sin más objetivo que la mera posesión. Otras veces se puede usar para adquirir bienes cuya posesión se confunde con la felicidad.

Se suele decir que el dinero no da la felicidad, pero eso es cierto sólo en parte. Si a un matrimonio parado con tres hijos le das cuatrocientos mil euros, se convierte en la persona más feliz del mundo. Pero no es lo mismo si un jugador estrella de fútbol que cobra cientos de millones por temporada gana algunos millones al recibir un herencia.

Sin embargo se ha observado que, excepto en el caso de personas muy pobres, la mayoría de los ganadores de lotería no se sienten más felices un año después del golpe de buena suerte. A menudo los agraciados terminan sufriendo estados de ansiedad provocados por los cambios en sus estilos de vida y, sobre todo, se convierten en presas fáciles de conflictos e incluso de rupturas de sus relaciones con seres queridos.

El dinero es poder, pero hay que saber emplear ese poder. Al multimillonario suicida probablemente le faltó, además de acumular dinero a lo largo de su vida, expandir su mente, ampliar su consciencia, crecer interiormente. No hay riqueza que pueda competir con eso. El rico que lo olvide se arriesgará a que terminen diciendo de él aquello de que era tan pobre... que no tenía más que dinero.

miércoles, 1 de abril de 2009

SUPERARSE

Hace diez años murió Gregorio Cárdenas Hernández, un mexicano q

Hace diez años murió Gregorio Cárdenas Hernández, un mexicano que en 1942, cuando tenía 26 años, mató a cuatro mujeres y las enterró en el jardín de su casa en un período de veinte días. Su caso sacudió a la sociedad mexicana, siendo conocido como “el estrangulador de Tacuba” (Tacuba es un barrio de Ciudad de México). Pasó treinta y cinco años en la cárcel, donde se licenció en derecho y se graduó con honores. Durante ese tiempo se dedicó a lograr la revisión de casos, sacar de la cárcel a inocentes, libertades condicionales, etc. Además escribió varios libros, se casó y tuvo dos hijos. Tras cumplir su condena montó un despacho legal y siguió ejerciendo la abogacía, trabajando por lo que pudieran pagarles los clientes. Apelando al surrealismo, en una reunión plenaria llegó a ser homenajeado y ovacionado por los diputados y senadores mejicanos.

En la película “Grandes esperanzas”, Gwylneth Paltrow dice: “Somos quienes somos. Las personas no cambian”. Que se lo digan a Gregorio Cárdenas. Tiempo después, le preguntaron por el motivo de aquellos crímenes. Respondió que cuando los cometió era otra persona.

Al mexicano lo examinaron unos cincuenta médicos. Unos diagnosticaron esquizofrenia, otros paranoia, otros diferentes tipos de epilepsia... La conducta humana, el cerebro, sigue siendo un misterio. Sabemos que una parte de nuestro comportamiento está determinada genéticamente, otra parte es producto del ambiente y la cultura en la que nacemos, y luego está lo que decidimos hacer con todo eso. Jean-Paul Sartre afirmó: “Lo importante no es lo que me han hecho, sino lo que hago con lo que me han hecho”.

Cuando alguien excusa su conducta diciendo: “yo soy así”, sospecho que simplemente no tiene ningún interés en cambiarla. Porque siempre hay posibilidades, siempre hay caminos, siempre hay esperanza. El potencial humano es infinito. Hay bailarines con una pierna amputada, paralíticos que dan la vuelta al mundo, sordociegos con carreras universitarias... hace poco vi a hombre sin brazos que tocaba la guitarra con los pies. ¿Quiénes somos nosotros para ponernos límites? Los obstáculos estan para vencerlos.


domingo, 15 de marzo de 2009

TRES VIRTUDES

Una de mis oraciones favoritas dice: “Dios, concédeme valor para cambiar las cosas que puedo cambiar, serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, y sabiduría para distinguir entre ambas”.

El valor es para mí una de las virtudes más valiosas. Supone la diferencia entre lo que eres y lo que puedes ser, entre la realidad y tus sueños, entre pasar por la vida o que la vida pase por ti. Valor para cambiar las cosas que no te gustan, que te hacen sufrir. Valor para ser tú mismo, con tus luces y tus sombras, y no lo que otros quieren que seas. Valor para desnudar al ego que nos fuimos construyendo para adaptarnos al mundo. No se trata de no tener miedo, sino de no dejarnos limitar por él. Woody Allen dicen en una de sus películas: “el talento es cosa de suerte. Lo importante en la vida es el valor”.

La realidad está formada por dos tipos de circunstancias, las que puedes cambiar y las que no, y estas últimas no queda más remedio que aceptarlas. La serenidad es la mejor opción cuando uno se da cuenta de que no merece la pena resistirse ante lo irresistible. No siempre querer es poder. No somos omnipotentes. A veces hay que aceptar las cosas como son, dejar de golpear tu cabeza contra el muro. Entonces puede ocurrir el milagro de ver poco más allá una escalera con la que saltarlo. Y si no, pues no se salta. La vida sigue adelante. No debes permitir que te cambie aquello que no puedes cambiar.

Y la sabiduría, que te hace valorar cuándo tienes que enfrentarte y cuándo tienes que aceptar, que diferencia entre lo esencial y lo superficial, entre el ego y tú. Esa sabiduría curtida a base de observación y experiencia y que logra hacer de nuestra vida algo que merezca la pena. Esa sabiduría maravillosa que le hace decir en una entrevista a Gennet Corcuera, la primera universitaria sordociega de España: “ser sordomuda o ciega no es muy importante, no tiene nada que ver con ser feliz o no. Yo me siento muy feliz. Y esto sí es lo importante”.

En definitivo, te deseo valor para hacer algún comentario en este blog cuando no estes de acuerdo con algo de lo que escribo, serenidad para aceptar lo que no te guste leer aunque admitas que tengo razón, y sabiduría... para no olvidar lo que te resulte útil.


viernes, 6 de marzo de 2009

MURIÓ VIVO

"Murió vivo" podría ser un epitafio para Randy Paush, un norteamericano que murió de cáncer el año pasado. En este enlace podeis ver la versión resumida de una conferencia que impartió poco antes de su muerte. Espero que os guste.



viernes, 27 de febrero de 2009

LA MENTE QUE NOS USA


Un hombre quiere colgar un cuadro en su casa, pero no tiene martillo y decide pedírselo a un vecino que vive en el ático. En el ascensor piensa: “espero que me lo preste, porque con lo tacaño que es... además, la última vez que me lo encontré me saludó como desganado, parece que últimamente le caigo mal, y eso que yo no lo he hecho nada... ¿me tendrá manía?...”, y así va pensando hasta que por fin llama a la puerta, y al salir el vecino le grita: ¿pues sabes lo que te digo? ¡que te metas el martillo por el culo!”.

Este ejemplo, que tiene algo de chiste, se acerca a la realidad más de lo que me temo. Con demasiada frecuencia permitimos que nuestros pensamientos se desboquen y nos lleve a acciones que nos perjudican. Como dice el maestro espiritual Eckhart Tolle: “generalmente no usamos la mente, sino que es ella la que nos usa a nosotros”. La inmensa mayoría de nuestros pensamientos son inútiles. Pensamos mal, y pensamos demasiado. Y así nos va.

Porque en la escuela nos enseñan a adquirir conocimientos, pero no a controlar la herramienta con la que los adquirimos, que es la mente. Ésta es caprichosa e inestable. Salta de un pensamiento a otro constantemente. Estamos conduciendo y pensando, leyendo y pensando, barriendo y pensando. Estamos siempre recordando, anticipando, fantaseando... o sea, malgastando energía, porque el pensamiento es energía.

Una vez trajeron a la habitación donde trabajo un radiador, y lo colocaron al lado de una compañera. Inmediatamente pensé: ¿y por qué no lo han puesto a mi lado? ¿por qué ella tiene preferencia?... y empecé a sentir rabia, hasta que me di cuenta de lo que estaba haciendo: me estaba dejando llevar por la mente. Estaba anticipando un problema, ya que en aquel tiempo aún no era época de frío. Entonces pensé: ¿tengo algún problema ahora mismo? La respuesta es NO. Cuando haga frío, entonces quizás tenga un problema, pero ahora no lo tengo. Porque a la mente le gusta jugar con el tiempo, instalarse en el pasado o en el futuro para crear problemas.

Otro ejemplo: un amigo te dijo que te llamaría y no lo ha hecho. Y la mente empieza a trabajar: seguro que se ha olvidado, es un despistado... o qué informal... ya no vuelvo a quedar con él, etc. A ver, hay una realidad: tu amigo quedó en llamarte y no lo ha hecho. Y punto. No hay más que pensar. ¿Para qué? ¿para que luego te llame tu amigo y te diga: “perdona, me robaron el móvil y no pude avisarte”? No interpretes, no presupongas, no pienses. Céntrate en lo real, en el hecho: tu amigo no te ha llamado. Todo lo que pienses a partir de ahí es innecesario.
En definitiva, a menudo nuestros problemas no son otra cosa que pura imaginación.

sábado, 14 de febrero de 2009

AMAR... GURA


Hoy se celebra San Valentín, es el “día de los enamorados”, pero en las noticias se habla del amor, incurriendo en el desatino de confundir los términos, porque una cosa es el amor, y otra el enamoramiento. El psicólogo José Mª Doria los distingue afirmando que el amor es buscar la felicidad DE la persona amada, mientras que el enamoramiento es buscar la felicidad EN la persona amada. Cuando los confundimos se tiende a cumplir lo que dice Herman Hesse del personaje de una de sus novelas: “Él había amado y se había encontrado a sí mismo. La mayoría, en cambio, aman para perderse”.

El enamoramiento es una alteración química, y como tal tiende a volver al equilibrio. No se puede pretender vivir en ese estado permanentemente, pero la literatura, las canciones y el cine no colaboran a la hora de ofrecer una idea realista del amor. Así arraigan ideas disfuncionales, como:

* En el amor es normal sentir celos.
* El amor es ciego.
* El amor lo cura todo.
* El amor auténtico es aquel en el que entregas todo sin esperar nada a cambio.
* Cuando hay amor sobran las palabras.

El amor se tiende a confundir también con la dependencia, olvidando que una cosa es querer compartir algo con el otro, y otra necesitarlo. Cuando hay dependencia existe miedo a la pérdida de la persona de la que dependes, y el miedo es la antítesis del amor.

Otros errores son confundir el amor con la aprobación, con el sexo, con el sacrificio... Tiene razón Antonio Gala cuando dice que llamamos amor a demasiadas cosas.

Mi definición favorita es la que propone el psicólogo Carlos Odriozola: “Amor es desear y favorecer el desarrollo integral del otro”. Ojo: desear y FAVORECER. Emoción y acción. Teoría y práctica. Porque el movimiento, como dijo el filósofo, se demuestra andando.

viernes, 30 de enero de 2009

PELIGRO + OPORTUNIDAD


Si miras debajo de la alfombra, ahí está. Si buscas en el bolsillo de alguna vieja mochila, también. Y si rebuscas en el fondo de un cajón, y si lees el periódico, y si enciendes la tele. La crisis nos asalta por todos lados. Sálvese quien pueda...

Los chinos, para designar la palabra crisis utilizan dos caracteres: wei, que significa peligro, y ji, que significa oportunidad. Porque eso es una crisis, el peligro de hundirnos en el abismo y al mismo tiempo la oportunidad de superarlo y hacernos más fuertes.

Ojalá la etapa convulsa que estamos atravesando nos sirviera para aprender...

... que hay que evitar que las cosas que tenemos nos tengan a nosotros.

... que la riqueza que no se comparte o se usa para mejorar el mundo, empobrece al que la posee.

... que es preferible valorar lo que no tienes, que tener lo que no valoras, porque quien no valora lo que tiene, no valorará lo que desea si lo consigue.

... que no hay que rechazar lo bueno por desear lo mejor.

... que aunque no tengas nada, si te tienes a ti lo tienes todo.

... que recibe más quien ofrece que quien exige.

... que la soledad es incompatible con la riqueza cuando ésta habita en el corazón.

... que nunca se gana realmente cuando se hace a costa de que otro pierda.

... que tenía razón Antonio Machado al escribir que todo necio confunde valor y precio.

... que todos viajamos en el mismo barco. Mi bien hace bien al otro, y el bien del otro hace mi bien.

jueves, 15 de enero de 2009

COMPARACIONES

Las personas tendemos a hacer comparaciones con suma frecuencia; pero una cosa es comparar objetivamente –mi vecino gana más que yo- y otra hacerlo subjetivamente –mi vecino vive mejor que yo-. Otro ejemplo: fulanito tiene más cultura que yo... fulanito es más inteligente que yo. La hierba del jardín del vecino siempre parece más verde que la nuestra. Quien más quien menos se ha encontrado con alguien que le dice: “tú sí que vives bien... que no tienes que hacer esto, que puedes hacer lo otro...” Y solemos responder con la misma moneda: "sí, pero también tengo que... mientras que tú no...".

Es fácil compararnos subjetivamente, en base a una idea simplificada que tenemos del otro, pero la realidad personal suele ser más complicada. Quién sabe si eso que envidiamos del otro es una fuente de insatisfacción para él. Quién sabe si la persona que tanto envidias no envidia a la vez algo que tú tienes y no valoras.

Conviene desprenderse del hábito de compararse con los demás, porque si lo hacemos con gente supuestamente afortunada, nos exponemos a la envidia o al desánimo, mientras que si nos comparamos con gente supuestamente desfavorecida, podemos enorgullecernos tontamente.

El único modelo de comparación válido es aquel que fuiste –para saber en qué has cambiado y en qué dirección- o el que esperas ser –para saber si vas bien encaminado y poder encauzar tus pasos hacia el cumplimiento de tus objetivos. Pero puede ocurrir que si nos percibirnos peor que antes o no tan bien como esperábamos nos desanimemos y obstaculicemos el progreso, olvidando que éste a veces no es lineal, sino que puede retroceder en determinados momentos para volver a avanzar después.

Lo ideal, diría yo, es llegar al simple desinterés por compararse, ya sea con los demás o con uno mismo. Eso significaría que uno se acepta por completo a sí mismo y está tan inmerso en el presente, tan concentrado en el día a día, que no necesita analizarse. De esta manera el progreso sucede naturalmente, porque se dedica toda la energía a lo que realmente importa: la vida misma.