martes, 16 de agosto de 2011

FIN Y PRINCIPIO


Iba a escribir que se rompió, pero acabo de caer en la cuenta de que no me gusta ese verbo. Demasiado dramático. Prefiero decir que terminó. Sí. Hace poco terminó la relación de pareja más importante de mi vida. Y a pesar de ser yo el que dió el paso, me acuerdo de algo que cuenta Alejandro Jodorowsky en uno de sus libros. Al morir su hijo de 24 años de un infarto, buscando alivio para su sufrimiento fue en busca de uno de sus maestros, Ejo Takata, que se limitó a decirle: “Duele”. Eso fue todo. “Comprendí que la vida continuaba, que debía aceptar el dolor, no luchar contra él ni buscar consuelo. Cuando comes, comes; cuando duermes, duermes; cuando duele, duele.”

La vida es así. A veces llega el dolor y no queda otra que dejarse atravesar por él. La ves allá por donde vas, cada cosa te trae un recuerdo, una película que visteis juntos, una canción de un concierto al que fuisteis, un restaurante donde comisteis, un viaje que hicisteis. Recuerdos y planes se alían para acosarte y el pensamiento se desboca: ¿qué pasará ahora? ¿seremos amigos? ¿volveré a encontrar a otra? ¿qué he hecho mal? ¿pude haberlo evitado? ¿bla bla bla?

Hay que poner límites o te vuelves loco. Lo ideal es poder contar, y estar dispuesto a ello, con la ayuda psicológica de profesionales y gente de tu entorno cercano. El dolor compartido hace menos ruido. También conviene dedicarnos a hacer cosas que nos gusten, probar cosas nuevas, distraernos, y a medida que vayamos avanzando emocionalmente y sintiéndonos mejor, tratar de elaborar la experiencia racionalmente. Reflexionar sobre lo que te ha aportado, los fallos que tuviste, lo que has aprendido, lo que quieres a partir de ahora.

En mi caso me obsesioné con el dilema de si la ruptura sería una forma de escapar o de liberarme. Pero no hay manera de saberlo. Cada liberación conlleva una dosis de escapismo, y cada huida contiene una cierta valentía y una cierta liberación.

Otras de las ideas que me han absorbido ha sido la posibilidad de ser amigos. Me parecía inconcebible, absurdo, injusto, que después de todo no quedara ni siquiera una amistad. Pero tampoco eso puedo saberlo. La vida tiene vida propia, y será ella la que decida por donde soplará el viento.

Creo que es importante tomar conciencia de lo que se ha ganado con la relación, y de lo que se va a ganar con la ruptura. Dice Jorge Bucay: “Es horrible admitir que cada pérdida conlleva una ganancia. Que cada dolor frente a una pérdida terminará necesariamente con un beneficio para mí. Y sin embargo no hay pérdida que no implique una ganancia, un crecimiento personal”. Quizás sea verdad lo que se ha dicho de que la vida nos pone por delante la persona adecuada para nuestra evolución como persona.

Finalmente, me reconfortan las consideraciones que la escritora Rosa Montero dirige a una víctima del desamor:

“Primero, que uno no puede pasar por la vida sin mancharse y sin herirse, y que todo lo importante tiene un precio: y así, el dolor del desamor (y atreverse a afrontarlo) es el precio de tu capacidad de amar y de esa intensidad gloriosa, vida pura, que la pasión te ofrece. Segundo, que en todas las rupturas se aprende algo. Y tercero, que el amor no está en el otro, sino en ti mismo: si una vez amaste, lo volverás a hacer. Y siendo más sabio.”

3 comentarios:

Nebroa dijo...

Que no quería irme sin decir algo... pero no tengo nada que decir. Quizá es para que sepas que, yo qué sé, no sé nada. Pfff...
Quizá es que quería que supieras que estás rodeado de otros cariños que siguen siendo amor.

Anabel dijo...

Me han pasado muchísimas cosas por la cabeza mientras te iba leyendo, pero me tomaré la libertad de enviarte un beso anónimo y decirte que dejará de doler, es el duelo necesario ante la pérdida de lo que un dia fue amor.
Seguirás escribiendo nuevos principios, así que muchísimo animo.

A

Alberto dijo...

Gracias a las dos. Gracias. Dicen que el tiempo todo lo cura... si no te quedas sentado. Y yo me muevo, me seguiré moviendo. No quiero otro amor que el que el mundo me refleje. Besos.