lunes, 16 de agosto de 2010

LA MEDIA NARANJA

Atolondrados como estamos por las películas made in Hollywood y las telenovelas y las canciones de amor que ponen en la radio, mucha gente tiende a buscar y esperar a que llegue a su vida el príncipe (o la princesa) azul. Alguien que lo tenga todo: que sea guapo, inteligente, educado, simpático, cariñoso, bien situado, etc. Y con esta creencia llega el día en que se encuentran con la persona que más se asemeja a ese ideal. ¿Es perfecto? Seguro que no, pero las antojeras que te coloca el enamoramiento te hacen verlo así. Pasado el tiempo sale a relucir el verdadero yo del otro, y entonces te das cuenta que es guapo, que es inteligente, que es cariñoso... pero que no es alegre. Y como no es alegre resulta que no te llena, que no te sirve como pareja, que quieres otra cosa.

Cuenta Paulo Coelho una historia de alguien que salió al mundo a buscar a su pareja perfecta. Años después volvió a su pueblo y un amigo le preguntó si la había encontrado.
- Estuve en un pueblo del norte donde conocí una mujer guapa e inteligente, pero no era buena persona. Luego estuve en un pueblo del sur, donde conocí una mujer bondadosa y guapa, pero no era inteligente. En el siguiente pueblo conocí una mujer bondadosa e inteligente, pero no era guapa... Finalmente llegué a un pueblo donde encontré a una mujer que era guapa, inteligente y bondadosa. Era la mujer perfecta.
- ¡Qué suerte! ¿Y te casaste con ella, supongo?
- No... ella también buscaba al hombre perfecto.

La perfección es una trampa. No podemos esperar encontrar a alguien que colme todos y cada uno de nuestros deseos, que tenga todas las virtudes que valoramos, y que carezca de los defectos que odiamos. Carmen Posadas hablaba en un reciente artículo de una amiga suya que sugería cambiar la pareja perfecta por el monstruo de Frankenstein, es decir, “un monstruo con trozos de personas hasta formar la media naranja ideal. Evidentemente no se trata de descuartizar a nadie, sino de procurarse una persona como pareja estable, otra con quien compartir inquietudes intelectuales, una tercera para las confidencias más íntimas y hasta una cuarta para la cama, si es menester. Además, con este sistema se acabaron las neuras existenciales porque lo que no te da uno te lo da otro”.

Así, lo ideal quizás sería no poner tantas expectativas en una sola persona; tener por pareja a la que más se acerque a nuestra media naranja, y tener como amistades a personas que la puedan complementar. Y a comer perdices.

1 comentario:

Concha Barbero de Dompablo dijo...

Lo ideal es no esperar nada y entinces todo lo que viene se agradece.

No hay nada mejor para sentirse querido que dejar libre al ser amado desde lo más profundo, porque no te pertenece, y él/ella siente esa libertad. Entonces, se siente más atraído por ti :-)