miércoles, 3 de marzo de 2010

Hay una historia sobre el Mahatma Gandhi en la que un periodista que lo entrevistaba en una pequeña villa de la India exclamó: “iQué maravilloso es lo que usted está haciendo por esta pobre gente!”. Gandhi dijo: “no lo hago por esta gente, lo hago por mí”. “¿Qué quiere decir con eso?”, preguntó el periodista, y la respuesta fue: “¿Cómo podría tener empatía por otros sin tener empatía por mí mismo?”.

Eso es lo que me he preguntado las veces que he escuchado a alguien decir que trata a los demás mejor que a sí mismo. ¿Cómo es posible tratar a los demás de manera diferente a como te tratas a ti? No puede existir tal incongruencia. Los demás son un reflejo de uno. La manera en que me relaciono conmigo es la manera en la que me relacionaré con el otro, y viceversa. Lo que hago por el otro lo hago también por mi, y no puedo hacer nada por mi que no haga también por el otro. Todos somos uno.

Por eso me satisface escuchar a la gente que habla siempre bien de los demás. Me indica que son personas de fiar. Y por eso miro compasivamente a la gente que habla mal de los otros. Eso me indica que hay una parte de ellos que no aman, que no aceptan.

¿Y tú, hay alguien de quien hablas mal?, si es así, ¿qué hay de ti que no te gusta?

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