sábado, 13 de septiembre de 2008

SUERTE Y DESTINO


En “Largo domingo de noviazgo”, Adrey Totou juega a controlar el destino: “si llego a la curva antes que el coche, mi novio volverá de la guerra”, “si entra el revisor antes de que cuente hasta diez, mi novio está vivo”. Cuando yo era un adolescente soñador solía jugar a eso. “Si meto tres canastas seguidas, le gusto a Yolanda”. La ilusión de controlar la vida, la suerte, el destino.
Se podría hablar de tres perspectivas. Una, la de los que consideran que somos náufragos en el mar de la vida, que no tenemos ninguna capacidad de controlar nuestras circunstancias. No somos más que simples marionetas en manos del destino.
La segunda es la de los que piensan que podemos controlar totalmente nuestra vida, que querer es poder, que todo es cuestión de proponérselo y luchar por ello. La diferencia entre la realidad y los sueños es la fe que tengas en verlos cumplidos.
Y por último, está la perspectiva de los que piensan que nuestra suerte depende en gran medida de nosotros, que la suerte no te toca, sino que se crea, pero que el azar también tiene su papel. Podemos controlar mucho, pero no todo.
Woody Allen decía en Match point: “La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte, asusta pensar cuántas cosas escapan a nuestro control”. Eso sí, hay personas que atribuyen a la suerte hechos que dependen mucho de nuestro desempeño. Por eso Gary Player, jugador de golf, dijo: “es curioso, cuanto más practico más suerte tengo”.
Yo me inclino por esta última opción. Intento mejorar mi suerte, pero me temo que no soy yo el que tiene la última palabra.

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