domingo, 17 de julio de 2011

MÓVILES Y EGOS



Nueva incursión en el terreno literario. Hoy comparto con vosotros un relato relativamente reciente para que os relaméis de gusto relajadamente. Para vuestra desesperación, no es un relato porno como todos y todas deseáis imperiosamente, es un relato que habla de... ¿y por qué no lo leéis y luego me decís qué os ha parecido, si os ha gustado, si no, lo que más, lo que menos, qué grande soy, que tío más bueno... ?

Se agradecerán vuestros comentarios, y si no, al menos, espero que os guste. Y si no, que no me odiéis por haceros perder el tiempo. En el fondo, no sé... creo que soy una buena persona.

Besos.


MÓVILES Y EGOS

El camarero acababa de tomarles el pedido. Ya habían charlado de los asuntos cotidianos mientras se dirigían al restaurante, por tanto era el momento de contárselo: que se había hecho un análisis sin decirle nada, y el resultado no podía ser más desolador: sus espermatozoides eran vagos y escasos. Era estéril en un 95%. Eso explicaba los infructuosos últimos meses. Iba a ser una cena triste, pero ella se empeñó en cenar fuera y cuando se empecinaba en algo mejor dejarla. En fin. Ya era el momento, así que se aclaró la garganta antes de decir: “Esta mañana me han dado... “


En ese momento sonó el móvil de ella, y sin mediar palabra lo descolgó para hablar con su amiga Puri, que se estaba divorciando del marido y llevaba una semana llamándola para maldecir a todos los hombres que tuvieran ojos y nariz, y llorar a moco tendido. Diez, quince minutos más tarde seguían las dos dándole al pico. El camarero llegaría en cualquier momento con la bandeja. Le hizo un gesto apremiándola y ella respondió afirmando con la cabeza, pero los minutos pasaban y al fin llegó el camarero, colocó los platos en la mesa y se fue. Como él no pensaba dejar que se enfriaran sus raviolis, empezó a comer. Cinco minutos después, por fin, ella se despidió de la amiga. “La pobre, está...”

Pero sonó otro móvil. Esta vez el de él. Miró la pantalla e hizo una mueca de fastidio. Era su jefe, algún tema pendiente. Ella empezó a comer y él inició una conversación sobre presupuestos y proveedores que se estiraba minuto a minuto ante la creciente impaciencia de ella. Ni siquiera podían salir a cenar sin que dejara en paz su trabajo. Finalmente, terminó la llamada y él guardó el móvil. La miró y olió el mal rollo.

“Disculpa que...” “Voy al baño”, le interrumpió ella levantándose bruscamente. No quería discutir, tenía que airearse, dejar salir la mala energía. Fue a los servicios y se refrescó la cara. Necesitaba desahogarse, hablar con alguien. Sacó el móvil y llamó a su amiga Puri. Ahora era ella la que necesitaba apoyo. Minutos más tarde ya se encontraba mejor, así que la conversación se fue por otros derroteros y ella decidió volver a la mesa. Cuando él, que la esperaba inquieto, la vio llegar de nuevo con el móvil, no se lo podía creer. El maldito aparato y su puñetera dueña. El camarero llegó para retirar los platos y tomar nota del postre. Él pidió flan con nata, ella hizo un alto en la conversación para pedir Tiramisú. Por supuesto, llegó el postre y seguía ignorándolo. Cuando él había acabado el flan, ella terminó de hablar. Entonces él, indignado, cogió su móvil y llamó a su amigo Sergio, al que le preguntó cómo había sido la última etapa del Tour. Ella lo miraba sumida en un tenso silencio. El muy cabrón lo estaba haciendo aposta. Entonces llamó a su prima Lorena y le preguntó si le había gustado la última película de Woody Allen.

El camarero les trajo la cuenta y los dos pagaron su parte sin dejar de hablar. Finalmente salieron del restaurante con el móvil bla bla bla y fueron caminando juntos hasta el punto en el que tenían que separarse. En ese momento los dos se despidieron de sus interlocutores y guardaron sus aparatos para encontrarse frente a frente, en un rabioso silencio.
- Hasta otro día –dijo ella llena de rabia.
- Hasta otro día –dijo él impotente.

Se besaron en la mejilla y emprendieron su camino en direcciones opuestas.
Él se quedó sin contarle que era prácticamente estéril.
Ella se quedó sin contarle que estaba embarazada.

4 comentarios:

MYA dijo...

Me ha gustado mucho. Gracías por tu relato.

untopic dijo...

Muy divertido. Y muy "real"... desde luego me identifico con lo inoportuno del móvil muchas veces.
El relato me gusta mucho, me gusta el ritmo que tiene.
Sigue compartiendo... y sí, eres buena persona ; )

tina dijo...

buen relato.
final perfecto.
cris

Alberto dijo...

Vaya, me alegro de que os haya gustado. Qué buen gusto tenéis.