jueves, 30 de octubre de 2008

LIBERARSE DEL PASADO

El pasado puede llegar a convertirse en una carga -y ocurre con frecuencia- por dos motivos:
1. Haber hecho lo que no quisimos hacer.
2. No haber hecho lo que quisimos hacer.
En el primer caso conviene saber que las personas hacen SIEMPRE lo que creen que es mejor para ellos mismos en ese momento y según su nivel de conciencia. El arrepentimiento es una trampa en la que podemos caer cuando observamos las consecuencias de nuestra conducta, pero no hay que olvidar que, en el momento en que hicimos aquello de lo cual nos arrepentimos, ignorábamos sus resultados. Si hubiéramos sabido, no habríamos hecho. Así pues, siempre lo hacemos lo mejor que podemos en base a lo que sabemos.

En el segundo caso hay que saber que el pasado no es algo estático e inamovible, sino que cambia y se transforma a medida que cambiamos nosotros y nuestra vida.
Supongamos que alguien tiene un accidente con la moto. En el hospital maldecirá la hora en que cometió el error que lo llevó a estar allí ingresado. El accidente ha sido un mal. Pero resulta que en el hospital se enamora de una de las enfermeras y es correspondido, entonces se alegrará de haber tenido el accidente. El accidente ha sido un bien, ya que gracias a él a conocido a la mujer de su vida... que lo deja meses después para irse con otro. El accidente vuelve a ser un mal.
Así, con el transcurrir de los acontecimientos el pasado se va reescribiendo, porque cambia la manera en que se percibe. Todo está en función de lo que ahora experimentas. Por eso la mejor manera de reconciliarse con el pasado es hacer HOY lo que piensas que tienes que hacer. Las personas que se lamentan de su pasado son las que no son felices en su presente. Si ahora mismo estas haciendo todo lo que puedes por ser feliz, el pasado irá poco a poco aliándose contigo. A medida que te concentras en el presente, el pasado va perdiendo peso y termina por considerarse el camino necesario que se tuvo que recorrer para llegar adonde hoy estas, al que hoy eres. Repito: el pasado no tiene por qué ser definitivo, se puede cambiar si cambias el presente, si das prioridad a la vida que palpita ahora mismo en cada una de tus células, siempre llena de nuevas posibilidades.

miércoles, 15 de octubre de 2008

EL TIEMPO Y YO


Conozco a alguien que durante varios años de su vida se dedicó a dos cosas: trabajar y cuidar de su madre, enferma de Alzheimer. Me contó que más de una vez, la gente le hizo comentarios del tipo: “es una pena, se te está pasando la vida y no estas viviendo, no te has casado, no tienes hijos, siempre cuidando de tu madre...”, y él se mostraba en desacuerdo: “¿qué tontería es esa de que no estoy viviendo?”

¿Qué es aprovechar el tiempo? ¿qué es perderlo? El convencionalismo ha establecido un guión de vida que considera como lo correcto y lo ideal tener un buen trabajo, emparejarse, tener hijos... y toda vida que no se ciña al guión tiende a desvalorizarse. Hay quien piensa que si has tenido dos semanas de vacaciones y no has viajado a ningún sitio has perdido el tiempo. O que has malgastado tu vida si llegas al final de ella sin haberte casado o haber formado una familia. Pero la idea de productividad es, simplemente, subjetiva. Pasar dos horas leyendo puede ser una pérdida de tiempo para quien detesta la lectura, y ver una película de acción puede serlo para quien disfruta leyendo. Las personas tienen gustos e intereses diferentes.

Pero a otro nivel, el concepto de aprovechar o perder el tiempo tiene más que ver con la relación que mantienes con la realidad que con lo que haces o dejas de hacer. Supongamos que tienes que realizar un trámite administrativo y debes esperar una cola durante una hora. Una hora que podías pasar leyendo, oyendo música, hablando con un amigo, paseando... pero nada de eso es posible y no te queda más remedio que esperar. Ante esto sólo caben dos opciones:
1. Impacientarte, mirar con frecuencia el reloj para saber cuánto tiempo llevas esperando, pensar en las cosas que podrías hacer... o sea, resistirte a la situación.
2. Aceptar que tu función en ese momento es, simplemente, esperar a que llegue tu turno, y permanecer tranquilamente en estado de atención.
En el primer caso, se pensará que se ha perdido el tiempo en la cola.
En el segundo, que se ha hecho lo que tenía que hacer, y por tanto la pérdida o ganancia del tiempo no se plantea.
Se podría decir que no es el tiempo lo que se gana o se pierde, somos nosotros los que nos ganamos o nos perdemos en función de nuestra actitud. No se trata de hacer más o menos, sino de estar en paz con el único tiempo del que dispones, el que estas viviendo en este momento. Hacer algo queriendo hacer otra cosa es como hacer algo a medias. Ya lo dicen los maestros zen: haz lo que estas haciendo. Cuando comas, come. Cuando leas, lee. Cuando camines, camina.