domingo, 9 de marzo de 2008

EL VICIO DE CRITICAR

Hay personas que acostumbran a criticar. De repente te sueltan que estas muy gorda, o que no tienes sentido del humor, o que eres un tacaño o una pesada o un cotilla. La crítica también puede no ser tan tajante y sí algo más elaborada, pero siempre es un ataque. Cuando les reprochas su actitud ofensiva suelen negarla y decir que eso no es una crítica, que es la verdad, como si la verdad sólo tuviera una cara; o que no es para ofenderse, como si no tuviera uno derecho a ofenderse por lo que le da la gana.
La cuestión es: ¿por qué esa ofensa gratuita? ¿qué anda mal en ellos para tener que proceder así? Porque alguien que no tiene conflictos consigo mismo, alguien que se acepta y se quiere, no tiene ninguna necesidad de criticar a los demás. Y si tiene que reprochar algo de otros se refiere a una acción o comportamiento ( "dijiste que me llamarías y no lo has hecho", "con frecuencia me pides algo prestado y no me lo devuelves") pero no a su personalidad o un aspecto de ella.
Una cosa es decir: "lo que has dicho es una estupidez" y otra decir: "eres un estúpido". Lo primero es una observación, lo segundo es un ataque. Y si yo ataco, si yo critico, más que hablar mal de otro lo que hago es hablar mal de mí. Se tiende a rechazar en otras personas aquello que no se quiere ver en uno mismo. Porque si aceptamos nuestros defectos, ¿por qué iba a molestarnos verlos en los demás? Yo me suelo relacionar con los otros tal y como me relaciono conmigo.
Por eso un sabio oriental dijo: "Cuando algo del otro te guste, agradécelo. Cuando algo del otro no te guste, obsérvate a ti mismo".