jueves, 16 de junio de 2011

OFENSA

Ha vuelto a suceder. Has engarzado un conjunto de palabras referidas a mi persona y tu boca las ha echado a volar hasta llegar a mi cerebro, donde han removido esas neuronas gruñonas que lo trastornan todo y tiñen el cielo de gris. Ha pasado muchas veces antes, y mi reacción era invariable: me tragaba el dardo y durante horas y días lo masticaba sin piedad, haciéndome más y más daño. Al final terminaba odiando a la persona cuyas palabras me hirieron tanto como a mí mismo, por no ser capaz de gestionar adecuadamente la respuesta. Un gran negocio.

Pero ya no. A partir de ahora, cuando alguien diga algo sobre mi y perciba en mi interior una reacción negativa, antes de ir a por mi pistola trataré de saber por qué ha dicho eso. Quizás lo ha dicho a la ligera, o en broma. Buscaré alguna explicación que provenga de esa persona, no de mí mismo. Si no me convence, trataré de cambiar de tema o cortar amablemente la comunicación, y cuando me encuentre solo y cómodo, pensaré...

No es esa persona la que ha dicho algo que me ha turbado, sino su programación; no lo ha dicho porque lo piensa, sino porque ha sido programada por sus genes, por su educación, por sus circunstancias, para pensarlo. Yo también he sido programado para creerme la idea de mí que se cuestiona en este momento. Mi verdad no es mayor que la suya, que es tan válida para ella como lo es la mía para mí. Ambas son diferentes, y ambas son una patraña; no soy como esa persona ha dicho que soy, pero tampoco como yo pienso que soy. Eso no son más que construcciones mentales, producto de factores sobre los cuales no se tiene ningún control. Ella no es culpable de nada. Si ha dicho eso, su razón tiene. De lo contrario no lo habría dicho. Pero no me ha atacado, no me ha cuestionado. Ha emitido una opinión, juicio o idea que no coincide con la mía. Eso es todo. Simplemente tenemos programaciones diferentes. No voy a picar el anzuelo. Nada de eso va conmigo.

Después cerraré los ojos, me concentraré en mi respiración durante un minuto, los abriré y permitiré que la vida siga su curso.

miércoles, 1 de junio de 2011

100 ENTRADAS


Con esta son cien las entradas que he colgado en este blog desde que lo abrí, hace ya cuatro años y un mes y una semana y media. Con una frecuencia quincenal, día más día menos, he ido transmitiendo ideas y sentimientos que algunas veces fluían maravillosamente y otras había que sacar con alicates. Pero ahí están, las cien, una detrás de otra. Hay quien lo hace más, hay quien lo hace mejor, pero yo lo he hecho lo mejor que he sabido.

Antes de abrir el blog enfoqué mi energía creativa básicamente en relatos cortos y microrrelatos. Daba mi reino por una buena historia. Pocas sensaciones tan reforzantes como la de escribir algo que consideras valioso.

También escribí algo de poesía. Luego llegó el blog. Después aprendí a tocar un poco la guitarra y compuse algunas canciones. Y desde hace unos meses empecé a escribir en Twitter. En otoño le meteré mano a la pintura...

Hay gente que dice que soy una persona creativa. Estoy de acuerdo desde el punto de vista de que expreso y transmito ideas y sentimientos de una forma que interesa a algunas personas. Pero si eso implica que tengo una habilidad que otros no tienen, ya no lo veo tan claro. Porque creativo no es sólo el que pinta, escribe, toca un instrumento o interpreta un papel. Creativo es el que sabe hacer reír a alguien, el que sabe encontrar el lado positivo de alguna contrariedad, el que sabe sacar el mejor partido a un viaje, el que sabe disponer una indumentaria para hacerla más vistosa.

La creatividad no es patrimonio exclusivo de nadie, sino algo que todo el mundo tiene y se puede desarrollar. El experto en creatividad Ken Robinson decía hace poco en una entrevista: “decir que no eres creativo es como cuando alguien dice que no sabe leer. […] Yo creo que sucede lo mismo con la creatividad: cuando alguien dice que no es creativo, simplemente significa que no ha estudiado lo que corresponde y que no lo ha practicado.”

La creatividad es una facultad que tiene que aplicarse, materializarse en alguna obra o acción. Alguien con muchas historias para contar, pero que no escribe, no está creando. Lo único que hace es soñar. Por eso la creatividad requiere de un mínimo de acción que, cuando se realiza, tiende a canalizar la energía facilitando la continuidad y el desarrollo de dicha acción.

Finalmente, todo el mundo crea. Unos crean canciones, otros crean familias, y todos creamos la propia vida, ya sea consciente o inconscientemente. Nuestra vida es una obra que merece lo mejor de nosotros. Siempre lo mejor.


P.D.: Gracias a todos los que habéis hecho comentarios a mis textos. Sin vosotros no sería lo mismo. A los que me leéis sin participar, que os den... ganas de participar. Gracias también.