viernes, 31 de diciembre de 2010

PROPÓSITOS PARA EL NUEVO AÑO

Empieza un nuevo año y es la hora de hacer propósitos: definir un objetivo, planificar la manera de alcanzarlo y ponerse en marcha. ¿Fácil, difícil? Según qué, según cómo, según cuándo. Si repaso los objetivos que me planteé para este año que termina, encuentro que la mitad no los he logrado, y la otra mitad sí... pero no gracias a mí.
Empiezo a dudar de la utilidad de hacer propósitos. Si algo te motiva, vas a encontrar tarde o temprano la manera de lograrlo. Y si no te motiva, me temo que no merece la pena esforzarse en conseguirlo.
Proponerse conseguir algo debería implicar que ese algo lo deseas tú, y no tu ego, algo que no es fácil de distinguir.
Por otro lado, hay tantos factores en juego que quizás sea pretencioso pensar que vamos a conseguir algo que nos propongamos. Tendemos a sobreestimar el control que tenemos sobre nuestra vida. Pensamos que si hacemos tal cosa, obtendremos esta otra. No es tan fácil. Se tienen que dar muchas condiciones ajenas a nosotros para poder llevar algo a cabo, más de las que creemos, y finalmente podemos no obtener lo que esperábamos, u obtenerlo pero no valorarlo, u obtenerlo cuando ya no nos interesa.
Hay una frase que dice: "Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes". Y otra que dice: "En la vida hay dos tragedias: una, no cumplir tus sueños; la otra, cumplirlos"
Este año no me voy a proponer nada. Intentaré dejarme llevar, y aceptar lo que venga. Puede que consiga cosas, o puede que no, pero ya me he cansado de reprocharme que no he cumplido cierto objetivo. Y de tener que forzarme a hacerlo. Las cosas o se hacen o no. O salen o no. Y punto.
A aquellos de vosotros que os hagáis propósitos, os deseo... que seáis felices. A los demás también.
Feliz década, feliz año, feliz día.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

PARADOJAS

La vida es paradójica y contradictoria por naturaleza. A veces ser felices nos hace llorar. Hay caricias que arañan. Nos cansamos de no hacer nada. Las luces nos ciegan. Corremos para no llegar a ninguna parte. Somos niños con canas, o ancianos con acné. Lo más pequeño es a veces lo más grande. Las pastillas matan. Para ganar hay que saber perder. Decimos sí cuando queremos decir no, y al revés. No se necesitan palabras para hablar. Nos perdemos para encontrarnos. Los payasos lloran. Las cosas aparecen cuando se deja de buscarlas. El amor duele. Somos tan pobres que sólo tenemos dinero. Se ignora lo que se tiene y se sueña con lo que falta. Los placeres envenenan. Mientras más damos, más recibimos. El dolor cura. Lo que más se esconde es lo que más se ve. La mejor compañía es estar solo. Se habla para no decir nada. Un beso nos traiciona. Lo más inteligente es hacerse el tonto. Mientras más tenemos más queremos. Terminar significa volver a empezar. El asesino reza por la víctima. La seriedad nos hace reír. El que más pregunta es el que más sabe. Vamos despacio porque tenemos prisa. La vida nos sonríe y nuestro corazón llora. La muerte nos vive y la vida nos mata.

La verdad, el amor, la meditación, el éxtasis, la felicidad, todo lo que es bello y verdadero existe en forma de paradoja. No podemos huir de ella, forma parte de la misma esencia de la vida. Lo irracional, lo ilógico, es intrínseco a nuestra naturaleza. Como decía aquel verso de Sabina: “la vida no es un bloc cuadriculado”. La vida es quietud y movimiento, pena y gloria, luz y sombra, blanco y negro...

Cada lágrima contiene la semilla de una hermosa y reluciente flor.


miércoles, 1 de diciembre de 2010

ACUMULAR COSAS

- Cuánta porquería ¿no?
- ¿Has visto?
- Eso significa que eres pobre (cómo me gusta dar caña).
- En todo caso querrá decir que soy rico...
- No, al contrario.
- Por eso se caracterizan los ricos, por acumular cosas.
- Los ricos no acumulan, los ricos gastan. Los que acumulan son los pobres, por miedo a perder lo que tienen.

Estaba en casa de un amigo, ayudándole en la ¿mudanza? Eso fue lo que me dijo, pero el apartamento requería una limpieza previa; es absurdo trasladar cosas que no necesitas. Era considerable la cantidad de material que había acumulado con el tiempo. Se da la circunstancia de que ha vivido en cinco países diferentes, pero después de tanto trajín no ha terminado aprendiendo a relativizar el valor de lo material, a prescindir de lo superfluo, a caminar “ligero de equipaje”, como diría Antonio Machado.

Es algo habitual, acumular cosas: libros, mapas, apuntes, dvds, souvenirs, objetos que dejaron de funcionar, o que sustituimos por otros, y no tiramos “por si acaso”. Un por-si-acaso que rara vez llega. Leí una vez que hay que deshacerse de las cosas que tendemos a acumular, pues indican que tenemos una mentalidad de escasez, de que no tenemos suficiente, mientras que si nos desprendemos de lo innecesario propiciamos el espacio adecuado para que entren en nuestra vida nuevas experiencias, personas, etc.

El hecho de acumular fácilmente deriva en desorden. Y el desorden, está claro, complica las cosas. “El orden exterior lleva al orden interior”, leí hace poco sobre el feng shui. Y viceversa; la realidad externa es una proyección de la interna. Recuerdo cómo más de una vez, cuando me he sentido vulnerable emocionalmente, me he precipitado a ordenar los cajones, los papeles, los armarios. Y aún hoy día, cuando a veces decido hacer limpieza, siento cómo mi estado de ánimo mejora a medida que voy deshaciéndome de todo lo que no necesito.

Así, demasiado desorden exterior puede indicar una mente caótica, y el exceso de orden una mente rígida, vulnerable. Lo ideal es un mínimo de orden y un máximo de desorden.

En definitiva: conviene tener claro que acumular lleva al desorden, el desorden conduce a la ineficacia, y la ineficacia atrae los problemas. Lo mejor que puedes hacer es contactar conmigo si quieres desprenderte de aquello que te sobra: dinero, joyas... te sentirás como si flotaras, y yo me sentiré orgulloso de que estas palabras hayan servido de algo.