viernes, 15 de octubre de 2010

HE APRENDIDO

A lo largo de mi experiencia vital hay algunas ideas que he aprendido –que sigo aprendiendo- y que considero fundamentales a la hora de aprender el arte de vivir. Cada persona tendrá las suyas, y las mías son las siguientes:

Trata de centrar tu atención en el presente. Es una manera efectiva de simplificar problemas. Mientras más amigo seas del ahora, más te tratará la vida como un amigo.

No busques a alguien a quien amar, sino la manera de amar. De amar el arte, la cultura, la naturaleza, las personas, de amarte a ti mismo. Si tienes amor para dar, el amor terminará llegando. Y si no llega, te tendrás a ti mismo.

Enfréntate a tus miedos. Son monstruos de papel, corderos disfrazados de lobos, molinos y no gigantes; en definitiva: farsantes especializados en robar vida. Si huyes se harán más grandes, si les plantas cara se retraerán. No le des tregua.

Ábrete, comunícate, relaciónate. Compartir las alegrías las multiplica, compartir las penas las divide. Los demás están para contribuir a tu felicidad, y tú para contribuir a la de ellos. No les tengas miedo. Nadie es superior ni inferior a ti. Todos somos compañeros de vida, todos queremos ser felices.

Nunca digas de esta agua no beberé. La vida es un misterio, una sorpresa, una maravilla que fluye, cambia y sorprende constantemente. Cultiva la flexibilidad y todo será más fácil.

Ten esperanza. Donde hay esperanza hay vida, y donde hay vida debe haber esperanza, porque si no la vida se marchita y termina muriendo. No se trata ya de esperar lo mejor, ni siquiera lo bueno, sino de no evadir la idea de que en la mayor de las oscuridades siempre cabe alguna posibilidad, por mínima que sea, de que ocurra algo inesperado. Wayne Dyer dice que “nadie sabe lo suficiente como para ser pesimista”.

Ten fé. Cree en ti, cree en tu sueño. Querer no siempre es poder, pero lo es con mucha más frecuencia de la que creemos. No sabrás si puedes hasta que no lo intentes, y si lo intentas y no puedes, al menos habrás vivido. Sólo el que no lo intenta muere antes de tiempo.

domingo, 3 de octubre de 2010

DECISIONES IRRACIONALES



Hace tiempo leí un libro titulado “Las trampas del deseo”, de Dan Ariely. Este autor afirma que el ser humano tiene una tendencia a creer que controla sus decisiones basada en su propios deseos antes que en la realidad. Son errores irracionales que ejemplifica a través de experimentos como éste:


Cogieron a un grupo de médicos y les presentaron individualmente un caso de estudio de un paciente: un granjero de 67 años que había estado sufriendo de dolor en la cadera derecha por un tiempo. Le dijeron a cada médico: “decidiste hace una semana que no hay ningún medicamento que le funcione al paciente, así que le sugieres una terapia de reemplazo de cadera”. El paciente está, por tanto, esperando a ser operado de la cadera. Es entonces cuando a la mitad de los médicos le dicen: “ayer cuando revisaste el caso del paciente, te diste cuenta de que olvidaste probar una medicina, no probaste Ibuprofeno, ¿qué haces? ¿echas para atrás la operación e intentas el Ibuprofeno, o dejas que sigan para adelante con la operación?” La mayoría de los médicos, en este caso, decidían antes probar el medicamento.


Al otro grupo de médicos le dijeron: “ayer cuando revisaste el caso, decidiste que había dos medicamentos que no habías probado, Ibuprofeno y Piroxitam. ¿Qué haces? Y si la echas para atrás para probar Ibuprofeno o Piroxital, ¿cuál de los dos?” Y aquí viene lo bueno: la mayoría de los médicos deciden en este caso seguir adelante con la operación. El motivo: dar marcha atrás se hace más complejo. Hay una decisión más que tomar: ¿operación o medicamento? y ¿medicamento A o medicamento B?


Así, con frecuencia nos consideramos dueños de nuestras vidas, autores de cada una de las decisiones que tomamos en el día a día, sin sospechar que muchas de ellas ya han sido tomadas por fuentes externas a nosotros. Quizás saber esto nos lleve a no tomarnos demasiado en serio a la hora de tomar algunas decisiones. Nunca tendremos al 100% el control sobre nosotros. Puede ser deprimente... o estimulante.


Tú decides. ¿O no?