lunes, 29 de diciembre de 2008

SER POSITIVO

Un año más. ¿O un año menos? ¿El vaso vacío o medio lleno? En estas fechas se tiende a hacer balance del período que termina. Lo que hemos ganado y lo que hemos perdido. Lo positivo y lo negativo. Es buen momento para recordar la conveniencia de mirar las cosas desde una perspectiva que nos beneficie. Porque como alguien dijo: las cosas le van mejor a la gente que saca el mejor partido de cómo van las cosas. Según los estudios, las personas optimistas no sólo viven más años, también los viven mejor. Por nuestro propio bien, no queda más remedio que aprender a mirar el lado bueno de las cosas. Yo prefiero cambiar el refrán: piensa mal... y errarás.
Pensar bien es cuestión de práctica. Después de años de pensar negativamente no se cambia el chip de un día para otro, pero nunca es tarde para empezar a cambiar. Es cuestión de ser consciente con la mayor frecuencia posible de lo que se está pensando. Y cuando se detecta un pensamiento negativo, ponerle una coma y un pero. “Me han suspendido, pero...” y a continuación una idea positiva. No importa que lo positivo sea de menor magnitud que lo negativo. Se trata de que la idea positiva tenga siempre la última palabra. Siempre. Así, pasito a pasito, terminará convirtiéndose en un hábito.
Otra costumbre que conviene cambiar es la de pensar siempre en lo que no tenemos, en lo que nos falta, lo que da lugar a un estado psicológico poco favorable. Una cosa es ser conscientes de lo que deseamos, y otra permitir que eso condicione nuestra percepción y nuestro ánimo.
Conozco a un chico que se cayó esquiando y quedó tetrapléjico. De repente no podía volver a esquiar, ni tocar la guitarra, ni acariciar... ¡ni coger un vaso de agua! No tuvo más remedio que empezar a focalizar su atención en lo que sí podía hacer: leer, hablar, escuchar música, navegar por internet, etc. Sólo centrándote en lo que tienes y lo que puedes hacer, te colocas en la disposición óptima para conseguir lo que deseas. Aquello en lo que pones la atención tiende a expandirse.
Además de ser positivos cuando todo va mal, hay que serlo cuando las cosas marchan sin pena ni gloria. Así, cuando lleguen las vacas flacas será más fácil hacerles frente. Porque siempre llegan momentos difíciles, eso es inevitable. ¿Y qué? Yo prefiero ver el vaso medio lleno. Y además de un buen vino, para brindar por el año que empieza. Feliz 2009. Que no os pase nada malo. Y si os pasa, que no os duela. Y si os duele, que no os guste. Y si os gusta... que no os falte.

lunes, 15 de diciembre de 2008

SOBRE EL SUFRIMIENTO

Hace unos días Fernando Sánchez-Dragó publicó un artículo sobre la muerte accidental de su gato. El escritor, destrozado, expresaba su dolor sin cortapisas, sin consuelo alguno. Era obvio que lo que sentía por ese animal con el que convivió durante dos años era amor con mayúsculas. De vez en cuando he oído decir que se puede querer a un animal tanto o más que a una persona, y no tenía motivos para dudar de ello, pero siempre oía dentro de mí una vocecita que susurraba: quizás es un poco exagerado. Ahora lo tengo claro: es posible amar a un animal tanto como a una persona.
Recuerdo que hace años un amigo me dijo que el día que murió su perro había sido el peor día de su vida. Pensé que mi amigo no había sufrido mucho a lo largo de su vida. Y quizás había sido así, pero eso no me daba derecho a subestimar su dolor. Era tan legítimo como cualquier otro. Porque el sufrimiento es algo tan personal que es difícilmente medible. Una persona puede perder a su hijo y creerse la persona más desgraciada del mundo, mientras que otra puede perder cien euros y creerse la persona más desgraciada del mundo. Curiosamente, he llegado a ver personas discutir por quién había sufrido más. A veces nos creemos tan poca cosa que podemos llegar a usar el hecho de haber sufrido como motivo para sentirnos superiores. Como si el hecho de sufrir nos confiriese más derecho que otros a quién sabe qué. Pero sufrir no hace superior a nadie. El sufrimiento puede humanizar, hacernos más comprensivos, más sensibles. Pero tiene que ser bien digerido, de lo contrario se enquista y se transforma en resentimiento. Entonces en lugar de ayudarte a crecer, te hace peor persona.
Hay que aprender a sacarle partido al sufrimiento para desactivar su poder en nuestra vida. Quien no lo hace está condenado a seguir sufriendo, pero quien aprende tiende a distinguir con más claridad el sufrimiento que es necesario del que no. El primero tiene su origen en un hecho real, y no se puede evitar. El segundo es producto de la mente mal educada, de las ideas erróneas y una forma perjudicial de procesar la realidad. De esta manera, al sufrimiento desnudo, al dolor que rompe el corazón, habitualmente le añadimos ese sufrimiento que se convierte en una espiral de la que es difícil salir, ese sufrimiento que hay que evitar porque nos roba la misma vida.