domingo, 28 de octubre de 2007

¿JUSTO O INJUSTO?

Ha ocurrido en Valencia. Un estudiante de 23 años observó cómo un hombre golpeaba y pateaba a su novia en plena calle ante la pasividad de la gente. Corrió a auxiliarla y el agresor le dio un puñetazo. El chico cayó al suelo golpeándose la cabeza y, tras siete días en coma, ha muerto. Triste, ¿verdad? El único que tuvo agallas para socorrer a una pobre indefensa lo ha pagado con su vida. Así son las cosas.
Supongo que cabe pensar que la vida es injusta, que ese chico no se merecía eso. Se suele usar el verbo merecer en tono de reproche –no me merezco esto, se merecía algo mejor, etc.-, como si lo normal fuese lo justo, y cuando no es así es porque algo ha fallado... ¿pero es lo normal la justicia? ¿tiene la gente, por lo general, lo que se merece? ¿y quién merece qué? Cuando alguien dice, por ejemplo, que no merece haber suspendido cierto examen, me gustaría preguntarle si merece morir de hambre un niñito africano. La vida no se rige por la lógica. Plantearse si alguien merece o no esto o lo otro implica que la vida debería ser de una manera determinada, en lugar de la que es. Y la vida no es otra cosa que la que es. Lo demás es comerse el coco.

domingo, 14 de octubre de 2007

BUENAS NOTICIAS

Uno de los días de esta semana encontré en el periódico dos noticias interesantes. La primera: "Sanidad facilitará un parto más cómodo, íntimo y natural". Ya era hora. España es uno de los países europeos más atrasados en el campo de la obstetricia. Un momento tan significativo como el de dar a luz a una criatura se convierte demasiadas veces en un trauma para la madre, víctima de posturas incómodas y partos forzados. Me alegro por el colectivo de matrones, que llevan años reivindicando unas condiciones de parto dignas.
La segunda noticia era: "El Parlamento aprueba por unanimidad el reconocimiento de la lengua de signos". Ya era hora también. Los sordos de España llevan años reivindicando que se reconozca su particular forma de comunicarse como lenguaje oficial. Nada mejor que derribar las barreras que nos impiden comunicarnos. Es un paso importante contra la discriminación.
Y es que a pesar de la sangría en Irak, las mujeres asesinadas por sus maltratadores, los inmigrantes en cayucos y demás miserias, me resisto a pensar que el mundo va a peor, que cada vez estamos más ciegos. Es fácil concluir, en base a las noticias que recibimos habitualmente a través de los medios de comunicación, que la realidad deja mucho que desear. El mal hace más ruido, es más noticia, pero porque es la excepción. El bien, mientras tanto, continúa silenciosa y laboriosamente su camino.

sábado, 6 de octubre de 2007

EL ARTE DE PEDIR

El otro día, una compañera de trabajo se mostró reacia a aceptar un favor que yo me había ofrecido a hacerle. Simplemente, decía que le costaba pedir. Es común esa reticencia. ¿Motivos? La posibilidad de sentirse inferior a la persona a la que se pide, la arrogancia... y el que creo más habitual: el deseo de "no molestar". Le dije: “seguro que cuando alguien a quien aprecias necesita algo, tú eres la primera que te ofreces a ayudarle”. Era cierto.
Igual que hay personas que piden y rara vez dan, hay otras que tienden a dar y apenas piden. Se trata de equilibrar la balanza. El que pide en exceso puede llegar a cansar, el que da en exceso puede llegar a hacernos sentir en deuda. Hay que aprender tanto a dar como a pedir. Le dije a mi compañera que, contra lo que puede parecer, negarse a pedirme un favor era un acto poco amable por su parte. Porque a veces, cuando pides también estas dando. Das la oportunidad de hacer que la otra persona se sienta útil, que es una de las sensaciones más reforzantes y enriquecedoras. Das una muestra de confianza, porque no se pide ayuda a cualquiera, sino a la gente que se aprecia y consideramos apta para ayudarnos. No es plato de gusto lo que se siente cuando descubrimos que una persona que apreciamos y nos necesita no se atreve a pedirnos ayuda. La vida es relación, y la relación no es otra cosa que un intercambio: dar y recibir.